jueves, 25 de abril de 2013

Cada día

Apenas despierto y ella ya está corriendo. La veo ir y venir por todo el cuarto, como si diera vueltas buscando el lugar correcto para acostarse y no lo encontrara. Ni siquiera me muevo, me entretiene y me recuerda a mis tardes en el patio, donde no logro dejar de ver la danza de las abejas; puedo pasar horas mirándolas, la cadencia de su vuelo me hipnotiza. Tanto la conozco que sé cuando quiere salir, así que tengo que levantarme, estirarme un poco y caminar hacia la puerta. Desde ahí giro mi cabeza hacia ella para avisarle que podemos irnos, bajamos corriendo por las escaleras y, como cada día, hacemos una breve parada en la cocina para que ella mordisquee cualquier cosa y olfatee otras tantas. Finalmente —con el tiempo he aprendido a ser paciente— salimos de la casa. Mientras reviso que todo en el patio esté en su lugar, ella se apresura hacia la reja de entrada, mirando con curiosidad a cualquiera que vaya pasando. Cuando al fin puedo alcanzarla, la observo tiernamente y espero que su mirada me encuentre. Felices las dos, nos despedimos; ella con un sonido ininteligible, pero cariñoso; yo, con mi cola descontrolada que le dice te quiero. La pierdo de vista cuando dobla la esquina y me echo a ver pasar abejas mientras el sol surca mi cielo. 


5 comentarios:

  1. Insisto: Felicidades por la forma tan bonita que tienes al escribir

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  2. Tania, que hermoso, tienes un estilo tan original para escribir. Ya me imagino lo que dirán de mí: Kika, Niko, Maya, Rex y Max. Saludos

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  3. Tania, espero no equivocarme ¿te refieres a tu "Pupeta"?
    Es muy bonita la manera en que describes tu cada día, tan sencillo pero tan lleno de emociones.

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  4. Hola Tania, eres tan hábil escribiendo que uno pensaría que la voz del relato es de la humana y no de la perrita, sin embargo haces un excelente giro en donde todo queda en su lugar, eres genial.

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